Todos los objetos útiles que usas en tu día a día fueron diseñados por alguien.
Parece una obviedad al decirlo así sin mas pero la concepción y la construcción de dichos objetos implica cierto grado de complejidad técnica e intelectual, algo que la mayoría de las veces no es considerado por el usuario. Pero no es su culpa, éste no está obligado a detenerse a pensar en cómo funcionan las cosas, simplemente lo hacen.
El diseño sirve para servir; para hacer la vida más sencilla y mejor.
Ya sea la pantalla de tu smartphone o la pantalla de tu computadora en la que lees este texto, su interfaz, las letras con las cuales está compuesto, la silla en la que estás sentado, la ropa que llevas puesta, el autobús en el que viajas, el libro que lees, la película que te hace llorar o el videojuego que marcó tu infancia y que siempre recordarás, todos están diseñados para cumplir su función.
Si eres de aquellos que se detienen a pensar en cómo funcionan estos objetos; en los problemas que resuelven y en las necesidades que satisfacen; entonces piensas como diseñador.
La buena noticia entre todo esto es que en el mundo hay muchos problemas que necesitan ser resueltos, por tanto, las sociedades necesitan diseñadores profesionales para quitar los problemas del camino y avanzar; para ayudar a individuos y sociedades; para mejorar el mundo desde nuestra trinchera y desde nuestras posibilidades.
¿Qué es Diseño?
En términos formales el diseño (de-signio) consiste en configurar los signos para resolver algo para alguien, de ahí su nombre.
El diseño es una disciplina creativa en la cual se proyectan soluciones estéticas, simbólicas y funcionales, es decir, que emocionan, significan y sirven.
El diseñador trabaja con un método creativo, estratégico y riguroso que consiste en investigar su contexto, identificar necesidades, definir problemas, idear posibles soluciones, proyectar las que eventualmente sean mejores para después hacer prototipos y construirlas; implementarlas y darles seguimiento entendiendo a sus posibles usuarios.
Diseñar no es sólo saber usar las herramientas, también es comprender a los otros y a nosotros mismos, es comprender nuestro contexto y empatizar con este para poder proyectar soluciones adecuadas a los diversos problemas.
El diseño está presente en todas las industrias; se diseñan aviones, alimentos, medicinas, motores, máquinas, artefactos inteligentes, películas, etc. Recientemente la industria del entretenimiento tomó los primeros lugares en la dinámica económica del mundo; a tal grado que no sería difícil imaginar que hay franquicias de videojuegos y universos cinematográficos que podrían valer más dinero que la patente de una medicina o de un automóvil.
La industria del entretenimiento lucra con productos culturales, toda película, videojuego, cómic o serie de televisión pone de manera tangible las ideas, valores y puntos de vista que conforman el inconsciente y el consciente colectivo. Es una forma de volver tangible la cultura, de darle visibilidad a aquello que constituye nuestro universo simbólico.
Un personaje no sólo es un pedazo de ficción que ves en la pantalla, es en esencia una metáfora de nuestra naturaleza humana, es un ente que encarna nuestros valores y nuestra forma de ver el mundo, nuestras aspiraciones y nuestros deseos más profundos.
Podría parecer que una película no es tan importante como una medicina o un avión pero si consideramos que la cultura y sus productos determinan y configuran el universo de objetos de referencia para las personas, entonces esta puede afectar su forma de ver y estar en el mundo, es decir, influye en su cosmovisión y por lo tanto en su conducta, de ahí que se invierta tanto dinero en esta industria para diversos fines (macabros o bondadosos).
Lo mainstream no abarca la totalidad de la cultura claramente pero sí una gran parte de esta; detenernos a pensar en sus productos culturales y en sus posibles beneficios y consecuencias para nosotros, es un acto de responsabilidad social y humana. Debemos detenernos a pensar también en cómo funcionan, en aquellos problemas prácticos o simbólicos que resuelven, en qué necesidades satisfacen y desde luego en los usuarios a los cuales se les resuelve dichos problemas.
Debemos dejar de ser consumidores pasivos y diseñar mejores contenidos para entonces poder diseñar mejor para las generaciones venideras.